miércoles, 19 de agosto de 2015

Vita Detestabilis. Vol. 8

- ¿Respiras?
- Sí.
- ¿Le importa a alguien?
- Supongo que no.. Y a ti ¿Te importa?
Sí, yo respiro, al mismo compás del sonido de un grillo solitario en la noche. Pero... ¿Le importa a alguien el sonido de un grillo? ¿Le importa a alguien la respiración?. Ya lo dije, pero como siempre, la noche es igual de fría, cuesta tanto respirar aún cuando hay oxígeno y aún cuando no queda, solo brotan lágrimas. Cuando respiro en noches como esta, me siento ahogado, al igual que el reflejo de una estrella en el mar o un libro viejo recubierto de polvo prendiendo en una chimenea y pienso: "¿Habrá otra persona ahogándose en su respiración?". No lo sé, pero quiero respirar con ese cuerpo invisible, ahogarme al mismo tiempo, aún así está perdido y yo no se encontrarlo ya que: ¿Quién se preocupa del reflejo de una estrella en el agua?. Respiramos en silencio y nos ahogamos silenciados, tememos hablar fundidos en lágrimas, o mas bien nos asusta la lágrima, todo esto me aburre y me incomoda...La lágrima es hermosa, es el lenguaje de las pupilas, sin embargo, a nadie le importa.
- ¿Susurras?
- Sí.
- ¿Le importa a alguien?
- Simplemente nadie me oye...Y tú ¿Me escuchas?
Sí, yo susurro. Susurro cuando mi voz no interrumpe el silencio, ya que, no hay mayor susurro que el silencio.Todo susurro está en una mirada firme, en una luz que se apaga de madrugada, en el crujir de una hoja en Otoño, en algún texto abandonado, en la luna cuando mengua o simplemente en una tecla de piano acariciada por los dedos. Aunque, ¿Quién oye el silencio? El silencio es una lágrima, nos asusta su ruido y de este modo alguien chilla, alguien tiembla, al igual que tiembla la espuma cuando choca en la orilla de manera violenta. Quiero apreciar el silencio, apreciar tu silencio y que tú aprecies el mío, pero es tan solo de noche cuando el silencio se vuelve rocío, sin embargo es tan larga la noche y tan corto el silencio...Habrá quién no lo entienda, por eso es mejor susurrar.
- ¿Sufres?
- Sí.
- ¿Le importa a alguien?
- Por supuesto, al silencio. Y tú ¿ Respiras o sufres?
Sí. Yo sufro. Es más, diría que me alegro sufriendo, aparece ese silencio, aparecen lágrimas,, aparece el susurro del que hablo, siento mi respiración y siento más que nunca que soy una persona, la cuál observa el reflejo de esa estrella en el mar. Es así, darse cuenta de todo esto; del arco-iris negro que se esconde en verano, de los sueños que se roban cuando alguien despierta, de las musas fusiladas por otros sueños que quedan sin cumplir y como no, de qué existe alguna que otra persona que susurre cuando respira. Pero ¿Quién sabe sufrir cuando es asustado de una simple lágrima?.
-¿Ahora mismo susurras?
- Sí.
- y ahora ¿sufres o respiras?
- Respirar es sufrir.
Sí, respirar es sufrir. El grillo está en silencio y cada vez hay más humo, pero nadie observa éste humo. Nadie. Observar es una palabra inexistente, porque: ¿Quién mira más allá de sus propias heridas? Por favor, contempla, aprecia, siente y nota como crece un árbol, como la luna se esconde debajo de tu almohada, como vuela libre un gorrión, como perfuma la lluvia la acera y como resbala la lágrima por tu mejilla. Es eso la respiración, es eso el sufrimiento y es eso la vida, no hay nada más. Ahora, respira, sufre y en el silencio susurra, quizás las lágrimas puedan decirte todo aquello que no has sabido escuchar.
- ¿Crees que hemos terminado?
- Supongo que sí
- ¿Piensas que lo han entendido todos?
- No, ni lo quisiera, sería el mundo un sin sentido. Pero...¿A quién le importa?
- Una última pregunta. ¿Sabes quién soy?
- Sí. Mi susurro.


domingo, 25 de enero de 2015

La lágrima.

Ella, la lágrima, nace y resbala,
recorre los rincones de la piel,
en la noche, acaricia la pesadilla,
en el día, a veces, besa el corazón.

Ella, la lágrima, nace del vacío,
abraza el viento y crea la lluvia.
Se desliza entre el párpado y la mejilla
(Entre mi párpado y tu mejilla).

Ella, la lágrima, nace sin vida.
Es líquida espesa y suave.
Visita los jardines jóvenes
y la fuente donde escriben los poetas.

Ella, la lágrima, nace transparente,
aunque es verde en bosques y ríos
y se viste (obligada) de rojo en la guerra
es allí donde no quiere estar.

Ella, la lágrima, nace cansada.
No entiende de edades ni de fronteras.
Se apodera de la cuna de tu hijo
y refugia al humano de sentimiento.

Ella, la lágrima, nace escrita.
Vive sin hora y sin hogar.
En su viaje, tatúa los pechos
y decora la mirada abierta.

Ella, la lágrima, nace sabia,
conoce el mundo y la memoria.
Nosotros conocemos la lágrima
pero ella...¿Nos conoce?

Ella, la lágrima, nace despierta,
es la mensajera del tiempo,
existe para expresar y recitar
todo lo que no saben decir las palabras.

Ella, la lágrima, nace del aliento,
en su cuerpo, derrocha su tristeza
porque únicamente ella,

aún siendo la lágrima, no sabe llorar. 

Como el cigarro que apago en este momento,
como el racimo de versos infelices,
como el tacto de una estrella en la noche
que se olvida de respirar.
Así es tu sombra.

Como una amapola que despunta el amanecer,
como una sirena que nada en el desierto,
como la gota de lluvia que cae a un almendro
sin saber que aún no ha llegado el otoño.
Así es tu mirada.

Como un gorrión cantándole a la luna,
como la espuma que resbala en una ola,
Como el silencio del cristal que acoge
nuestro abrazo bajo el abrazo de mis sábanas.
Así eran tus caricias.

Como la lluvia que perfuma el valle,
como la caoba de un mueble roto,
Como una nube transparente vestida de luto
que invade mi cuerpo en mitad de un manantial.
Así eras tú.

Vacío está el verano, seco en soledad,
mientras, el invierno, saluda mi poesía.
Estas letras vacías y secas siguen esperando,
siguen intentando recordar como era tu voz.
Como el mensaje de una botella, que de tanto esperar
se ahogó.

viernes, 23 de enero de 2015

El cementerio

Hoy aparecí inesperadamente en el cementerio.
El sol derretía una estatua decapitada.
Y yo, refugiada en su sombra,
veía cómo las mariposas jugaban:
Revoloteaban coloridas
de la lápida al silencio,
del silencio a la lápida.
No se quejó ni un muerto.
Yo tampoco.


Agua

Mientras la ciudad goteaba
Salvajemente
Volviéndose agua
Ella descubrió que había olvidado
La lluvia
Y
La lágrima

El horizonte

Y por más que viajo
Al final siempre es aquí
Donde me vuelvo
Arena
Gaviota
Pino
Sol
Espuma
Océano
Es aquí descalza
Sobre la duna
Donde encuentro mi casa
Y veo claro el horizonte


La libélula

A todos les daba miedo la libélula.
Iba del charco a la roca. De la roca al charco.
Sin descanso. 
No se paró en nada ni nadie,
pero a todos le daba miedo la libélula.
Y todos huyeron. Y la playa se quedó vacía.
Mientras la libélula 
seguía del charco a la roca. De la roca al charco,
yo, desde la roca, la observaba: Grande. Brillante. Hermosa...
Entonces, a solas, se posó a mi lado.
Y la libélula desapareció.