domingo, 25 de enero de 2015

La lágrima.

Ella, la lágrima, nace y resbala,
recorre los rincones de la piel,
en la noche, acaricia la pesadilla,
en el día, a veces, besa el corazón.

Ella, la lágrima, nace del vacío,
abraza el viento y crea la lluvia.
Se desliza entre el párpado y la mejilla
(Entre mi párpado y tu mejilla).

Ella, la lágrima, nace sin vida.
Es líquida espesa y suave.
Visita los jardines jóvenes
y la fuente donde escriben los poetas.

Ella, la lágrima, nace transparente,
aunque es verde en bosques y ríos
y se viste (obligada) de rojo en la guerra
es allí donde no quiere estar.

Ella, la lágrima, nace cansada.
No entiende de edades ni de fronteras.
Se apodera de la cuna de tu hijo
y refugia al humano de sentimiento.

Ella, la lágrima, nace escrita.
Vive sin hora y sin hogar.
En su viaje, tatúa los pechos
y decora la mirada abierta.

Ella, la lágrima, nace sabia,
conoce el mundo y la memoria.
Nosotros conocemos la lágrima
pero ella...¿Nos conoce?

Ella, la lágrima, nace despierta,
es la mensajera del tiempo,
existe para expresar y recitar
todo lo que no saben decir las palabras.

Ella, la lágrima, nace del aliento,
en su cuerpo, derrocha su tristeza
porque únicamente ella,

aún siendo la lágrima, no sabe llorar. 

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