jueves, 22 de enero de 2015

A mi amigo.

Chico de pocas palabras,
de pocas palabras para aquel que no te conoce,
¿de pocas palabras? tú, amigo, hablas por tu mirada,
mirada verde que sostiene, al menos algo llamado amistad
y con eso me conformo.
Los años han pasado, quizás eramos críos,
y quizás críos es lo que seguimos siendo
pero los años pasan y seguirán pasando,
te he visto reír, te he escuchado llorar, pero sobretodo reír.
Amistad, eso creo que es lo que nos define,
amistad... suena hermoso cuando se trata de ti.
Y sí, somos diferentes, todo el mundo lo es,
pero me parezco algo a ti y creo que también tu a mi.
Hace años ya naciste, y ya de pequeño conocías la vida
tu vida, entre tinieblas, lágrimas y escombros, de niño
donde llorabas por dentro pero confiabas en la sonrisa,
tu vida, la que te ha esculpido de fuerza y bondad...
Hijo de árbol rígido que con sus ramas te ha protegido,
y te protege, llámalo madre.
Llámala madre, que con tu permiso, yo la llamaré igual
porque no tenemos la misma sangre, es cierto,
pero con la misma o sin la misma te has convertido en mi hermano.
porque mi casa es tu casa, porque tu casa es mi casa,
porque tus pasos yo los sigo, sino me perdería.
Y sí, a veces la noche es fría y cuesta respirar,
pero en esas noches o esos días en que tengas frío
utiliza mi barrera, se que late y te protegerá,
sí a veces la has utilizado, nunca se ha derrumbado,
sigue utilizándola, ella te protege del frío, nunca se derrumbará
al igual que la que tu me prestas, nunca se derrumba,
y se que nunca lo hará...


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